El hombre y el tiburón guardan una relación voraz y entrañable, el hombre evoca la fuerza del tiburón en el dinamismo con el que construye su mundo y son las fauces del tiburón lo que se ha convertido en el símbolo fundamental de su fuerza, sin embargo son las escamas que forman la piel del tiburón lo que permite su tenacidad implacable. Por eso a través de esta pieza, buscamos hacer visible la importancia de los fragmentos imperceptibles al ojo humano que son fundamentales para estructurar la velocidad de nuestras fuerzas vitales.